Hace poco, mi marido y yo vimos Tiburón en una de nuestras noches de cine. ¡Y me impresionó, pues yo no la había vuelto a ver desde pequeña! Y me llamó mucho la atención cuánto se puede aprender de comunicación de la marca personal y de storytelling. Por eso, he decidido dedicar este episodio del podcast a compartir contigo estos aprendizajes. ¡Además, si estás suscrita por email, hoy has recibido un ejercicio sobre storytelling aplicado a tu marca personal!
¡Dale al play y etiquétame en redes contándome qué te ha parecido el episodio!
También puedes escuchar el episodio en Spotify, Apple podcast, Spreaker, Ivoox, Podimo o buscando «Contenidos creativos» en tu aplicación favorita.
Transcripción del episodio
Disclaimer: Contenidos creativos se ha creado como podcast y está diseñado para ser escuchado, no para ser leído. Así que te animo a que escuches el audio, que incluye matices de voz, efectos sonoros y énfasis en determinadas frases. Todo esto permite identificar, por ejemplo, una broma, que no debe ser entendida literalmente, lo que no sería posible por escrito. He generado esta transcripción con un software de reconocimiento de voz y puede contener errores. Por favor, comprueba el audio correspondiente antes de citarme en cualquier publicación.
[Las autoridades sanitarias advierten que este podcast puede aumentar seriamente tu creatividad].
Presentación
En este episodio te hablo de una película típica de verano que me quitó las ganas de bañarme en la playa durante varias semanas. Obviamente no te voy a hablar solo de la peli porque este no es un podcast de cine.
(Nota mental: ¡Cómo molaría tener un podcast de cine!)
En realidad, en este episodio voy a hablarte de la lección de storytelling y marca personal que podemos aprender viendo Tiburón.
¡Empezamos!
Esto es Contenidos creativos con Mer Flores, un podcast donde aprender a ser más creativa en tu comunicación online.
Hola, ¿qué tal? Soy Mer Flores, y aquí estoy, una semana más, dispuesta a inspirarte hablando de creatividad y contenidos.
Antes de entrar en el tema de hoy, quiero recordarte que puedes suscribirte al podcast en Spotify, Apple podcast, Spreaker, Ivoox, Podimo o buscando «Contenidos creativos» en tu app favorita. También tienes cada episodio con su transcripción en mi web, y puedes suscribirte por correo si quieres recibirlo cada semana con algún regalito extra directamente en tu email. Esta semana recibes un ejercicio relacionado con el tema de hoy.
El tema de hoy: storytelling
Hoy quiero hablarte de storytelling.
¡Ya estamos con los anglicismos! ¡Cómo le gusta a la gente del marketing un anglicismo! ¿Es que no hay palabras en español, que tenéis que usarlas del inglés?
Pues sí, sí que las hay, porque el storytelling, estoy segura de que ya lo sabes, no es sino contar historias. Ojo, que elegir bien qué historia contar y además saber contarla con un poquito de gracia es todo un arte.
Lo bueno es que el storytelling, lo de contar historias, es algo que nos viene de serie, que está impreso ya en nuestro ADN.
El origen del lenguaje y del storytelling
Hace miles, millones de años, en el origen de los seres humanos, nació también el lenguaje, y con él el arte de contar historias.
Hay miles de teorías sobre cómo surgió el lenguaje, pero a mí personalmente, como filóloga, me encanta la que defienden el neurofisiólogo William Calvin y el antropólogo lingüista Derek Bickerton en un ensayo que te recomiendo muchísimo si te interesa este tema, que se titula Lingua ex machina: la conciliación de las teorías de Darwin y Chomsky sobre el cerebro humano. Te dejo el link para que puedas conseguirlo aquí.
En este libro, Calvin y Bickerton justifican que el lenguaje humano se desarrolló a causa del altruismo social, es decir, la necesidad de colaborar en grupo para la supervivencia como especie.
El storytelling nació por aquel entonces, nació de la necesidad de compartir lo aprendido, de recordar cosas importantes para la supervivencia del grupo y también, por qué no, para ayudar a que cada individuo encontrara su lugar dentro de una cultura social, su función dentro de una sociedad colaborativa.
Si yo te cuento lo que he hecho, eso me hace reconocible y por lo tanto diferente a los demás. Y eso hace que yo sienta que mi contribución al grupo tiene un valor, que apreciáis mi trabajo, que, aunque no trabaje para beneficio propio, mi trabajo sí que tiene una recompensa personal.
Llevamos toda nuestra historia como especie contándonos historias, así que todos tenemos este talento, aunque obviamente algunas personas lo han desarrollado más que otras. Pero, como está en nuestro ADN, la buena noticia es que todas las personas podemos desarrollarlo.
¿Y por qué quiero desarrollar mi capacidad de hacer storytelling?
Te diría que en general te va a ayudar mucho en tu vida personal. La capacidad de saber cuándo y cómo contar una buena historia, qué historia elegir y cuánto demorarse en ella es sin duda una habilidad social estupenda. Pero como creadora de contenido, con una marca personal y un proyecto o un negocio, ¡puede ayudarte muchísimo!
- En primer lugar, porque te va a diferenciar bastante de los demás. Siempre digo que eres las historias que cuentas. Puede haber muchas personas que se dediquen a lo mismo que tú, incluso con la misma especialidad que tú, y que se dirijan al mismo nicho, a las mismas personas que tú. Pero ninguna ha aprendido lo que tú sabes de la misma forma que tú, a través de tus mismas experiencias, los mismos momentos de clarividencia y los mismos errores monumentales. Ninguna persona ha tenido tu trayectoria. Y permíteme que te lo diga, querida: eso te hace única.
- En segundo lugar, porque una persona que cuenta buenas historias inmediatamente cautiva a su audiencia, capta la atención de los demás. ¿No querías aumentar el alcance y las interacciones y las visualizaciones? Pues si eso es lo que quieres, ¡cuenta historias!
- En tercer lugar, el storytelling te sirve porque te va a ayudar a crear vínculos muy sólidos con tu audiencia, va a conseguir involucrarles emocionalmente en tu proyecto e inspirarles para que tomen acción. No es casualidad que casi todos los grupos humanos, todas las sociedades, tienen en su inicio una narrativa épica, una o varias historias que los unen como grupo y los impulsan a tener una causa común. La Ilíada, la Odisea, la Eneida, el Ramayana y el Mahabharata, el Beowulf, la Chanson de Roland o el poema de Mio Cid. Saltando al marketing actual, si quieres crear una comunidad en torno a tu marca personal, contar historias que refuercen tu mensaje puede tener un efecto mágico en tus seguidores.
- Además, las historias te ayudan a ser recordada, a trascender entre el ruido imperante en redes sociales, a ser más coherente a la hora de comunicar y conectar todos tus mensajes y en consecuencia, a incrementar tus ventas.
- Pero, sobre todo, las historias van a ayudarte a sentirte más conectada con tu trayectoria, tus motivaciones y tus valores. Y cuando comuniques desde esa posición, vas a transmitir mucha mayor seguridad. Así que vas a resultar muchísimo más convincente y vas a comunicar tu mensaje con menos esfuerzo.
Por qué hablo de Tiburón en este podcast
Y aquí es donde entra la peli Tiburón.
Me doy cuenta, ojo, de que este podcast aún tiene una trayectoria muy corta, porque este es el episodio número 12, y ya van dos veces en que aparece Steven Spielberg por aquí. Te prometo que no soy ninguna fanática de Spielberg. No está en mi podio personal de directores favoritos, pero casualmente el otro día mi marido y yo vimos Tiburón y me ha apetecido traérmela al podcast.
De hecho, no descarto para nada traer de vez en cuando alguna película, algún director, algún actor para usarlo como ejemplo en distintos episodios. Si esto te interesa y te apetece, porfa, cuéntamelo. Mándame un mensaje privado en Instagram o en Telegram. En ambos lugares mi usuario es @soymerflores.
Pero volvemos a Tiburón. Tiburón es una peli mítica, pero te confieso que yo no la había vuelto a ver desde pequeña. Y, obviamente, me he quedado impresionada, porque no solo es esa peli que a mí me mantuvo fuera del agua de la playa varias semanas cuando era niña, no solo, tampoco, es esa peli con tantos problemas de rodaje y producción que he visto en documentales y libros sobre cine. (De nuevo, nota mental: ¡cómo molaría tener un podcast de cine!).
Tiburón es una obra perfectamente contada, una obra magistral de storytelling basada en un libro, pero uno de esos pocos y raros casos que, en mi opinión, la peli mejora al libro.
Tiburón y el storytelling
Pero no me voy a meter en eso, al menos no ahora, porque yo lo que quería hacer hoy era centrarme en un personaje, Quint, interpretado por Robert Shaw, que desde mi punto de vista es el personaje más interesante de la película.
Él es el cazador experto de tiburones, borracho y fanfarrón, que se presenta como la mejor solución para enfrentarse al tiburón de la peli, porque es quien tiene mayor experiencia. Es muy simbólico que su barco se llame el Orca, es decir, tiene el nombre del enemigo natural de los escualos.
El caso es que en la novela, y también en el guion original de la película, Quint moría tras ser arrastrado bajo el agua con un arpón enganchado a su pierna, un final muy similar al del capitán Ahab en la novela Moby Dick, de Melville. De hecho, en el guión original de la película, Quint aparece por primera vez en la peli leyendo Moby Dick, una de estas escenas precursoras que tanto les gustan a los directores de cine y en particular a Spielberg. Sin embargo, al final la muerte de Quint en Tiburón es un poquito distinta, porque vemos la muerte directamente.
Quint muere en las fauces del tiburón, un final mucho más efectista que nos produce ese efecto de horror, pero que además es el mejor final posible, el más digno y heroico para este personaje.
Quint no se podía salvar, obviamente, porque además no es el protagonista de la película y su destino tenía que ser que lo devorara al tiburón, pero si era arrastrado por el arpón debajo del agua, nos perdíamos ver ese momento, el momento de gloria, el momento final de Quint.
No podía ser así. Y precisamente por eso Spielberg decidió enseñarnos la muerte de Quint en las fauces del tiburón.
El storytelling como motivación de una vida y una muerte
¿Por qué? ¿Por qué digo que era necesario que este personaje terminara así? ¿Y por qué insisto en que también era necesario que Spielberg nos lo enseñara? Pues la respuesta es muy sencilla: por storytelling.
Porque una noche en el barco, en el Orca, Hooper y Quint se ponen a comparar cicatrices, en una escena donde se nota de verdad el enorme talento de Spielberg, porque el plano abierto hace que estés todo el tiempo con miedo de ver pasar al tiburón por la ventana. No es lógico que haya una escena en un camarote de un barco pequeño donde el plano sea tan amplio. Y en el fondo, el espectador, que ya ha visto mucho cine, está esperando ese momento de tensión, de ver pasar, como mínimo, una sombra amenazante.
Pero no, en este momento no tenía que pasar el tiburón real, lo que tenía que pasar era la historia, que nos provoca el mismo horror que la presencia del tiburón.
Porque entonces Quint cuenta su historia, una historia horripilante, aquella que lo posiciona como antagonista de los tiburones. La historia del Crucero de Guerra U.S.S. Indianápolis en el Pacífico, a finales de la Segunda Guerra Mundial.
«Un submarino japonés le disparó dos torpedos al costado del barco. Mil cien hombres fueron a parar al agua. El barco se hundió en 12 minutos. No vi el primer tiburón hasta media hora después, un tigre de cuatro metros. ¿Usted sabe cómo se calcula esto estando en el agua? Usted dirá que mirando desde la dorsal hasta la cola. Nosotros no sabíamos nada. […] La idea era que cuando el tiburón se acercara a uno de nosotros, este empezara a gritar y a chapotear y a veces el tiburón se iba. Pero otras veces permanecía allí y otras se quedaba mirándole a uno fijamente a los ojos. Una de sus características es… sus ojos sin vida, de muñeca, ojos negros y quietos. Cuando se acerca a uno se diría que no tiene vida. Hasta que le muerde. Esos pequeños ojos negros se vuelven blancos, y entonces… Entonces se oye un grito tremendo y espantoso. El agua se vuelve de color rojo y a pesar del chapoteo y del griterío, ves como esas fieras se acercan y te van despedazando».
Monólogo de Quint en Tiburón, de Steven Spielberg
Quint nos cuenta con horror cómo tuvo que contemplar cómo cientos de sus compañeros eran devorados por los tiburones. Él aguardaba la muerte, pero finalmente sobrevivió.
«A mediodía del quinto día apareció un avión de reconocimiento. Nos vio y empezó a volar bajo para identificarnos. Era un piloto joven, quizá más joven que el señor Hooper, que, como digo, nos vio. Y tres horas más tarde llegó un hydro de la Armada que empezó a recogernos. ¿Y saben una cosa? Fueron los momentos en que pasé más miedo: esperando que me llegara el turno. Nunca más me pondré el chaleco salvavidas. De aquellos mil cien hombres que cayeron al agua, solo quedamos 316. El resto los devoraron los tiburones el 29 de junio de 1945».
Monólogo de Quint en Tiburón, de Steven Spielberg
Esta historia, magistralmente interpretada por un Robert Shaw que estaba borracho durante el rodaje de la escena pero cuyo talento lo eclipsó todo, es la justificación clave de este personaje.
Precisamente por lo que pasó en el U.S.S. Indianápolis, este personaje ha dedicado su vida a cazar tiburones. Por esto también, ahora que es viejo y borracho y está acabado, se merece el final más digno posible para él: morir devorado por un tiburón. Pero claro, no podía ser un tiburón cualquiera, ya que él ha acabado con cientos, y además no sería un rival a la altura de un héroe como él. Tenía que devorarle el tiburón más grande que nunca se había visto.
¿Y qué conclusiones saco de todo esto?
De todo esto, yo lo que saco es que si tienes clara cuál es la motivación motor que impulsa tu proyecto o tu negocio y cuentas una buena historia que la justifique, tu mensaje estará mucho más alineado y tendrá más sentido y mayor potencia para tu público.
Por cierto, que si estás suscrita a mi lista de correo, hoy habrás recibido en el email donde te mando el link a este podcast un consejo para encontrar una historia superpotente para este propósito. Si no estás suscrita aún, ¡hazlo ahora!, y recibirás el extra de cada semana a partir de la semana que viene.
Y qué mejor forma de hacerlo, de suscribirte, que descargarte mi guía gratuita Storytelling: dónde encontrar ideas e historias. La tienes aquí.
¡Y esto es todo por hoy!
Me encantará saber que me has estado escuchando, así que ¿por qué no lo cuentas en tus stories y me etiquetas? Mi usuario en Instagram es @soymerflores. Me hará mucha ilusión charlar contigo.
Te deseo que tengas una semana supercreativa. Te espero en el siguiente episodio y, hasta entonces, ¡que la Musa te acompañe!